«Las mujeres de Lorca» es SIN DUDARLO una verdadera joya del teatro musical que logra capturar con sensibilidad y fuerza poética el espíritu de la obra de Federico García Lorca. Con dramaturgia de Marisé Monteiro y dirección de Nacho Medina, esta puesta que transcurre en el año 1975 –tras la muerte de Franco– propone un recorrido emocional por la vida y el legado del poeta granadino, hilvanado a través de la voz y la memoria de Rosario Garrido, una amiga de la infancia del autor que lo amó en silencio toda su vida.

En escena, Ana María Cores ofrece una actuación MAGISTRAL. Su versatilidad, fuerza expresiva y talento vocal la convierten en el alma del espectáculo. Rosario no solo rememora a Federico: lo revive a través de las voces de Mariana Pineda, Yerma, Doña Rosita la soltera, Bernarda Alba y otras mujeres que pueblan la intensa y trágica dramaturgia lorquiana. Cores transita cada personaje con una profundidad conmovedora, con un dominio absoluto de los matices, la emoción y el ritmo escénico.

Junto a ella, el elenco femenino completa esta ceremonia teatral con una entrega admirable. La cantaora y bailaora Carmen Mesa aporta pasión flamenca y presencia escénica en momentos de gran tensión emocional, como la escena del Llanto por Ignacio Sánchez Mejía, uno de los puntos más altos de la obra, SOS HERMOSA CARMEN QUERIDA . Giuliana Sosa, Paula Carrizo y Lucía Cuesta no solo interpretan sus instrumentos (piano, guitarra y violín respectivamente), sino que también cantan, bailan y construyen climas musicales con gran sensibilidad. La dirección musical y los arreglos, a cargo de Sosa, logran una integración armónica entre lo teatral y lo sonoro.

La puesta en escena, sobria y evocadora, está a la altura del desafío. La escenografía de Azul Borenstein, con referencias a la naturaleza tan presente en la poesía de Lorca, y el vestuario dominado por los tonos rojos y negros, potencian el carácter simbólico y emocional de la obra. La iluminación (fundamental para escenas claves)y las coreografías, siempre al servicio del relato, refuerzan una estética onírica y de profunda belleza visual.

La dramaturgia de Monteiro acierta al equilibrar el humor, la tragedia, el canto y la poesía en una propuesta que interpela al espectador desde lo emocional y lo intelectual. El espectáculo no solo rinde homenaje al poeta asesinado a los 38 años, sino que destaca con agudeza cómo Lorca fue capaz de comprender y dar voz a las mujeres silenciadas de su tiempo, muchas veces convertidas en símbolos de deseo, opresión, libertad y resistencia.

«Las mujeres de Lorca» emociona, ilumina y deja una huellla y confirma que el teatro sigue siendo un espacio privilegiado para celebrar la memoria, el arte y la voz de quienes aún tienen mucho por decir.

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