Reunirse con la familia en Navidad ya es, para muchos, un pequeño acto de heroísmo. Ahora, si a eso le sumamos tres años de silencio, heridas sin cerrar, una hija que regresa de Londres con su novia con una «sorpresita» y una cena que amenaza con estallar en cualquier momento… el resultado no puede ser otro que Una Navidad de Mierda, una comedia desbordante, hilarante y maravillosamente dirigida por Peto Menahem y Verónica Llinás, que se luce también como protagonista.
La historia arranca con una premisa simple, pero explosiva: una familia se reúne luego de años de distanciamiento con la hija menor, y todo parece dispuesto para un reencuentro emotivo… pero no sera tan normal como todos creen…
El absurdo se instala desde el minuto uno y no se va más. De hecho, se potencia escena tras escena, en un crescendo que mantiene al público en carcajadas constantes.
Verónica Llinás está, simplemente, brillante. Su manejo del humor físico, sus silencios, sus miradas que dicen más que mil palabras, hacen que cada intervención suya sea una clase magistral de comedia. Es imposible no mirarla, imposible no reírse. Pero lo mejor es que no está sola: Alejo García Pintos, Tomás Fonzi y Anita Gutiérrez completan un elenco sin puntos flojos. Cada uno aporta su color, su neurosis, su timing, y juntos logran una dinámica familiar que se siente tan real como ridículamente graciosa.
La dirección conjunta de Llinás y Menahem es un reloj suizo: no hay baches, no hay escenas de más, no hay chistes forzados. Todo tiene su lugar, su ritmo, su lógica (por más loca que parezca). Es una de esas obras donde el espectador no tiene respiro y, aún así, quiere más. Los remates están milimétricamente ubicados, pero nada suena mecánico. Hay frescura, hay juego, hay riesgo.
El diseño escenográfico también merece aplausos: el living navideño, con su decoración cargada de intenciones y detalles familiares, es un campo de batalla perfecto para que los personajes desplieguen todo su arsenal emocional. Es un espacio que permite el caos, pero que nunca lo desborda: los actores se mueven con soltura, y el resultado es visualmente atractivo sin necesidad de grandes artificios.
Una Navidad de Mierda es, además de una gran comedia, una pequeña radiografía de vínculos rotos, expectativas imposibles, y esa necesidad tan humana de que todo salga bien… cuando claramente no va a salir bien. El título lo dice todo, pero lo que no dice —y lo que hay que vivir— es el talento que hay detrás para hacer del desastre una fiesta inolvidable.
Ideal para quienes quieran reírse sin culpa, identificarse un poquito y, por qué no, reconciliarse con las propias cenas familiares desastrosas. En el Teatro Premier, se vive una Navidad caótica, sí… pero de esas que uno no se quiere perder.
Autor: Markos Goikolea Unzalu. Intérpretes: Verónica Llinás, Alejo García Pintos, Anita Gutiérrez, Tomas Fonzi. Vestuario: Marcela Amado, Ximena Puig. Escenografía: Alberto Negrín. Iluminación: Carolina Rabenstein. Sonido: Dani Vach. Colaborador artístico: Gabriel Chamé. Dirección: Peto Menahem, Verónica Llinás. Sala: Premier (Av. Corrientes 1565). Funciones: jueves, 20.30; viernes, 21; sábados, 19.30 y 21.30; domingos, 20. Duración: 70 minutos.
